Arias Navarro proclamó que “Franco ha muerto”, sin embargo, el estadio Bernabéu lo ha traído de vuelta, no de la misma manera que las “Demostraciones Sindicales” que el régimen usaba para presumir, sino como un eco de un pasado que parecía olvidado: “¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!”.
Así recibió a Mastantuono en su debut, cuando Xabi Alonso lo presentó ante todos. El canto sonaba más a broma que a nostalgia, pero a medida que el asunto cobraba fuerza, la anécdota se convirtió en noticia, sorprendiendo a las generaciones más jóvenes que, sin el revuelo causado por su regreso, seguirían investigando en Google la identidad de ese hombre.
En Argentina, los descendientes de italianos constituyen cerca del 60% de la población, y por ello Franco (Mastantuono) lleva el legado de sus antepasados, que cambiaron de Francesco a Franco en Italia, así como en España se transforma Francisco en Fran o Paco. No era mi intención equiparar al joven argentino con la figura del pasado “Demostraciones Sindicales”. Aquí, la comparación sigue caminos diferentes bajo una idea preconcebida: “Si el Barça tiene a Lamine, nosotros (el Madrid) contamos con Mastantuono”. Franco, que acaba de cumplir 18 años, se presenta como un intento de respuesta (o al menos, así lo piensan los más impetuosos y fervientes seguidores del Madrid) a ‘Ilumine’ Yamal, la figura estelar del Barça y de la selección nacional, quien tiene su futuro marcado para el Balón de Oro. El jugador del Barça, con una influencia enorme en su vestuario que define la carrera de Fermín, ya es una realidad. La nueva promesa del Madrid, tras solo dos partidos y decenas de vídeos promocionales, muestra grandes destellos de su talento, aunque aún le queda un camino de adaptación antes de igualar a Güler, por mencionar a alguien.
Franco avrà successo grazie al suo stile di gioco, non per le evocazioni nostalgiche di alcuni che sembrano un po’ gioviali. Se è davvero la risposta, dovrà provarlo concretamente.